
Seguro que alguna vez han oído hablar de las Private equity o empresas de capital riesgo. Estas empresas que no cotizan en bolsa tienen un único fin y este no es otro que invertir en proyectos empresariales para, a la postre, obtener unos márgenes notablemente más interesantes que los que obtendrían en empresas que ya están cotizando.
Detrás de las private equity siempre hay grandes inversores que actúan como inversores capitalistas. Estos suelen ser desde inversores con mucho capital hasta fundaciones, pasando por inversores institucionales. Sea quienes sean los inversores el objetivo de estos es producir un gran rentabilidad para sus dueños a través de la inversión de capital.
La manera de hacerlo se apoya en la máxima que dice que invertir en una empresa no cotizada es mucho más flexible que en una que sí lo hace. Por ejemplo en términos de ofrecer información públicamente, lo que suele traducirse en inversiones en proyectos que exigen un tiempo de espera relativamente prolongado ya que los intereses de los gestores son, en definitiva, los intereses de los propietarios.
Muchos se preguntan: ¿en qué invierten las empresas private equity? Vamos a verlo.
En qué invierten las empresas de capital riesgo
Tal y como pasa con los conocidos como hedge fund, las private equity se sirven de distintas tácticas en función de los objetivos de sus propietarios o de los intereses de sus gestores. Los más frecuentes son los siguientes:
Leverage buyout: En esta operación las empresas de capital riesgo nutren de capital a inversores o a los propios empleados. Suelen llevarse a cabo en empresas con una dilatada experiencia en su sector, con una rentabilidad notable y que tan solo necesitan apalancarse para experimentar un crecimiento manifiesto.
Venture Capital: En este caso se trata de proyectos que están en sus primeros pasos pero que necesitan de la inyección de líquido para poder seguir dando los pasos necesarios para cumplir sus objetivos. En comparación con las leverage buyout requieren de una inversión menor, si bien cabe destacar que la rentabilidad también lo es al difuminarse la entidad.
Distressed: Se trata de entrar en empresas en dificultades económicas con claros problemas de financiación a cambio de garantizar rentabilidades de lo más interesantes.
Situaciones especiales: En esta suerte de cajón desastre entrarían todas aquellas operaciones que se salen de los patrones habituales y que requieren de grandes estudios y de la presencia de inversores con mucha experiencia y no menos recursos financieros.
A la pregunta de por qué no formar un fondo de inversión la respuesta haría referencia a la necesidad de estructuras tremendamente estables. Y es que a diferencia de estos, en los fondos partícipes es mucho más sencillo entrar y salir, total o parcialmente, con el riesgo que eso supone para los gestores de las sociedades que se encuentran en complicaciones.
A modo de ejemplo, en un contexto de estrés de mercado, aquellos inversores minoritarios se deshacen de sus participaciones y los gestores deben vender activos en un momento crítico para poder dar respuesta a las salidas de capital.
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